Una pareja en en el Moma.
From Picassos to Sarcophagi, Guided by Phone Apps, es un artículo que encontré en The New York Times, sobre un tema que me interesa: las nuevas tecnologías aplicadas los museos. Pero más allá de lo sites, que en algunos casos son realmente (y por favor visitad la del British Museum) una joya de usabilidad y accesibilidad, yo no había profundizado en este tema, si bien conocía ciertas experiencias en algunos museos. En este artículo, el autor, Edward Rothstein, realiza visitas a varios museos (y vaya museos) utilizando un Iphone y el resultado nos permite conocer cómo las apps desarrolladas por estas instituciones no se corresponden con la riqueza de prestaciones que debiese generarse con el uso de los teléfonos móviles que existen actualmente.
Al comenzar a leer este artículo, comencé a cuestionarme la necesidad de portar dispositivos móviles en un museo, ya que siempre he optado más bien por la Deriva, en estos casos, de hecho siempre he visto este tipo de instrumentos en un museo más bien como un obstáculo que como una ayuda. Pero al leer el artículo he recordado la gran cantidad de veces en las que en algún museo me hubiese gustado tener una enciclopedia a mano en un museo. Y lo útil que hubiese dio tener una en la mano literalmente hablando.
Sea como sea y como señala Rothstein cuando entramos a un museo, la ayuda es bienvenida ya que necesariamente necesitamos un contexto.
A guide helps by offering an entry point, helping to construct a frame of reference.
Durante años han existido diversas herramientas de las cuales el audio probablemente sea el más expandido, antes en audífonos y ahora en teléfonos móviles. A pesar de las grandes ventas en audio y video de los teléfonos móviles, las aplicaciones se encuentran en algunos casos en un nivel muy básico de desarrollo.
En el caso del MoMa por ejemplo no es mucho más que un sistema de audio, como señala Rothstein y sólo las colecciones y objetos que se encuentran dentro del tour de audio gozan de una atención más extensa. Además, el sistema no permite la localización del visitante.
En el caso del Museum of Natural History, el sistema wifi del edificio es utilizado para calcular la localización del visitante. Pero nuevamente las limitaciones son evidentes ya que sorprendentemente, la información accesible a través del teléfono móvil en ocasiones es menos extensa que la que ofrece el propio museo en carteles o etiquetas.
El Brooklyn Museum parece tener mejores prácticas y la localización está garantizada en función de la búsqueda de un objeto. Igualmente el servicio de audio es utilizado a través del teléfono móvil. Pero nuevamente en ocasiones la información es muy escasa. Además el museo provee de un sistema de etiquetado que permite los usuarios cataloguen el contenido, lo que siempre es complejo, prestación también criticada por el autor. Y también por quién escribe ya que me pregunto si realmente un museo es el lugar más idóneo para estas prácticas de autoría amateur y colectiva que me parecen fantásticas en otros entornos.
The various votes for “likes” in the museum are equally unilluminating. The result is a kind of scarcely literate cybergraffiti that does nothing to help reach a deeper understanding of the works or reveal their artistic traditions or cultural significance. The museum becomes a smorgasbord of objects, their importance a mystery.
Sea como sea y a la vista del artículo, una vez más la tecnología no es lo que parece, ya que ni todopoderosos museos aún están al nivel del desarrollo de la tecnología móvil ni por lo que se ve de la idoneidad de las prácticas 2.0.